viernes, 16 de julio de 2010

La estructura de la desestructura

Ante todo, me disculpo por el tiempo que hace que no escribo... comprenderá Ud. al finalizar de leer estas líneas, que todo tiene una razón de ser, y que lo que parece a simple vista un "cuelgue" no traduce otra cosa que la que me propuse conseguir al iniciar este emprendimiento catártico: vivir el momento.
Efectuadas estas aclaraciones, vayamos al tema que me trae acá hoy...
Hace poco tiempo, tuve el honor de conocer a una persona que, casi al pasar y sin intenciones de generar -creo yo- otra cosa que una buena impresión, me dijo: "las contradicciones son el motor de la historia".
Imagine Ud. mi sorpresa cuando, haciendo yo hincapié en una de las que consideraba mis mayores debilidades, me encuentro con la posibilidad de cambiar de perspectiva, animándome así a repensar el concepto y las estructuras sobre las que éste reposaba. El desafío se tornó ineludible, cuando, luego de pronunciar la frase, esta persona -Lord Jenkins, reconocido científico social en formación- agregó: "deberías sentirte orgullosa de tenerlas". ¡Plop!
Nunca, hasta ese momento, había visto a las contradicciones desde esa óptica: para mí, se trataba de luchar contra ellas para alcanzar así la integridad de la adultez, la estabilidad emocional. De alguna manera, ahora existía una nueva alternativa; la de vivirlas como un paso hacia el cambio, hacia el crecimiento. La sola idea de pasar de una connotación a la otra encerraba en sí misma una contradicción por oposición...
¿De dónde cuernos saqué que tener contradicciones es algo negativo, que uno tiene que ir por la vida como haciendo la plancha en la seguridad de sus decisiones equilibradas que, por ser tales, no se contradicen? Analizando la temática con otros ojos, las contradicciones habilitan cuestionamientos y planteos que al pensamiento lineal y monocorde no se le ocurren. Claramente, habiendo visto la riqueza que se esconde tras este nuevo significado de la palabra, si me dieran a elegir, prefiero sufrir a no sentir; equivocarme a no buscar nuevos horizontes; in-dig-nar-me y dar batalla a quedarme inmóvil al borde del camino.
El ser humano necesita de estructuras para poder fundar su existencia; sin ellas, no hay subjetividad que pueda permanecer en pie y mucho menos, echar raíces sólidas. Ahora bien, guarda con la solidez de las estructuras; no vaya a ser cosa que éstas sean de hormigón armado; tan pesadas que nos impidan siquiera esbozar la idea de cambiarlas cuando nos estancan y nos hunden.
En este sentido, puede decirse que estoy trabajando en la adopción de "la estructura de la desestructura", para seguir citando a Lord Jenkins. Es revelador, y por suerte, es parte del trato...
Y hablando un poco de los fenómenos sociales, de la repercusión que genera la sociedad en la vida de cada miembro, y viceversa, hoy alzo la copa por la sociedad argentina que, pese a sus contradicciones -o debiera decir, gracias a ellas-, supo valorar la libertad y la igualdad individuales por sobre el paternalismo y la intolerancia, al aprobar la ley que habilita el matrimonio civil entre personas, sin importar su preferencia sexual. Creo que como sociedad, y más allá de lo que cada uno pueda llegar a pensar o sentir en su fuero interno, hemos dado un paso muy importante hacia la integración, hacia el respeto de lo diferente, hacia la lucha por la justicia, motivo por el cual me enorgullezco, también.
En última instancia, un agradecimiento especial a Lord Jenkins, por haberme dado luz contribuyendo de alguna manera, a mi crecimiento personal... como Dios manda (dd).
En suma, nunca es tarde para nacer de nuevo... citando a los grandes, Antonio Machado diría "hoy es siempre todavía"... Ismael Serrano agregaría "toda la vida es ahora". Brindo por eso ¡Salud!