miércoles, 24 de noviembre de 2010

Y la vida pasa...

De un tiempo a esta parte estuve mascullando ideas... sobre algunas de ellas me voy a detener en este post.
"La vida es aquello que te pasa cuando estás ocupado haciendo otros planes", decía John Lennon en una de sus canciones... ¡cuánta verdad!
Uno se pasa la vida agendando actividades, apuntando reuniones, armando programas, y al final, termina por sentir que no hizo nada; que nada verdaderamente relevante le ha hecho estremecer, le ha tocado el alma, le ha hecho más feliz.
Hace poco, hablando con un amigo, yo le comentaba acerca de la profunda insatisfacción que me producía la gris rutina que englobaba mis días, la frustración que me generaba el no poder hacer nada para modificar ningún ítem de mi agenda, lo diferente que había soñado que iba a ser mi vida cuando era una niña, en contraposición con lo que actualmente terminó siendo.
Luego de escucharme con especial atención, me dijo algo que me dejó pensando, y que guarda mucha relación con la frase de Lennon: "te estás perdiendo de vivir lo mejor, pensando en lo que no fue... haceme caso, cuando salgas mañana de tu casa rumbo al trabajo, en la oficina, cuando salgas a la calle, mirá a tu alrededor... estate atenta... en todos lados vas a encontrar ocasiones para llenar de sentido tu vida, para ser feliz".
¡Y cuánta razón tenía! Hay tantas cosas que nos suceden a diario que nos reconcilian con el mundo, con nosotros mismos... El olor de los jazmines floreciendo; la sonrisa de un niño; la perseverancia de los ancianos que, pese a sus achaques propios de la edad, siguien dando pelea, aunque más no sea pidiéndote ayuda para cruzar una calle; el sagrado mate con los compañeros del trabajo; la vuelta al parque; el canto de los pajaritos cuando amanece; el olor a tierra mojada después de la lluvia; la complicidad con los amigos; la tranquilidad de conciencia después de haber hecho las cosas bien; la letra de una canción que nos hace soñar con la posibilidad de un mundo mejor; el reconocerse frágil y vulnerable hasta las lágrimas, que siempre se comparten; la felicidad por haber logrado un nuevo desafío; el poder abrir el alma una y otra vez, aun después de haber sufrido varias heridas; el saberse niño, a pesar de los años que uno tiene encima...
Es cierto; de hecho, a mi personalmente me pasó: si alguien me hubiera preguntado hace 20 años atrás cómo sería mi vida a esta altura del partido, mi respuesta habría sido otra. ¡Pero... qué bueno que pude aprender a valorar esas pequeñas cosas! ¡qué bueno que me animé a encarar otros proyectos, a andar otros caminos cuando el mío, el que me había trazado en su momento, no tenía salida! ¡qué bueno que todavía hay cosas que nos sorprenden, que nos tocan el alma! ¡qué bueno que aun podamos encontrarnos aun en la vorágine de la rutina cotidiana! ¡qué bueno reconocerse en la mirada del otro! ¡qué bueno poder compartir el peso de nuestros fracasos con esos hermanos que uno va eligiendo en el camino!
No tengo recetas... no sé cuál es la clave... sólo sé que hay que relajarse, abrir los ojos y dejarse llevar más...

1 comentario:

  1. Cuanta sabiduría Aurora mia!!! Que bueno es saber que uno cuenta con personas como vos!!!!! Gracias por estar siempre!! te quiero!!! Recursita!

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